En América Latina, el crimen organizado y el incremento de la violencia que lo acompaña amenazan la seguridad de los ciudadanos, y los gobiernos enfrentan dificultades para encontrar soluciones efectivas. De acuerdo con datos de la oficina del vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, esta es la región más violenta del mundo, y la violencia sigue en aumento. “La tasa de homicidios por persona es cinco veces mayor que en América del Norte y 10 veces más alta que en Asia”, indicaron.
Además, la organización internacional Médicos Sin Fronteras señala que, aunque los incentivos económicos son un motivo para migrar, la violencia es un factor clave que impulsa la migración hacia Estados Unidos desde Centroamérica. “Esta violencia también agrava la desigualdad existente” y las personas más afectadas suelen ser las más desfavorecidas, como “los pobres, los jóvenes, las minorías étnicas y la comunidad LGBT+”.
La violencia social y doméstica es generalizada y afecta especialmente a las mujeres. También es común la violencia política, que incluye protestas violentas, brutalidad policial, ejecuciones extrajudiciales y ataques contra defensores de derechos humanos, activistas ambientales, políticos y periodistas. Sin embargo, desde principios de los años 2000, el crimen organizado ha sido la principal fuente de violencia en la región.
Una situación preocupante para todo el continente
“Hay una alarma generalizada y hay buenas razones para estar alarmado. En primer lugar porque América Latina tiene, efectivamente, tasas de violencia delincuencial muy altas”, explicó Kevin Casas-Zamora, secretario general de IDEA Internacional e investigador de programas legislativos de Diálogo Interamericano, recordando que “un tercio de los asesinatos a nivel mundial ocurre en América Latina”.
Casas-Zamora también advirtió que “39 de las 50 ciudades más violentas del mundo” se encuentran en esta región, “la gran mayoría en México y Brasil”, y se calcula que alrededor de 200 millones de personas “son víctimas de algún delito, sea directamente o en su círculo familiar inmediato”.
La geografía juega un papel crucial en la problemática del crimen en América Latina. La región incluye a tres de los mayores productores de cocaína del mundo —Colombia, Perú y Bolivia— y es un punto clave para las exportaciones de cocaína hacia Europa y Estados Unidos. Durante más de 40 años, esta región ha sido central en los mercados de drogas ilícitas. Aunque países como Centroamérica, Colombia y México han experimentado violencia durante mucho tiempo, cambios en las rutas y redes del narcotráfico han provocado un aumento de la violencia en países como Ecuador y Costa Rica, que antes se consideraban más seguros.
La inseguridad ciudadana
El tema de la inseguridad ciudadana ocupa el segundo puesto en el ranking de preocupaciones en la región, según el último informe de Latinobarómetro, una organización sin ánimo de lucro que investiga el desarrollo de la democracia, la economía y la sociedad en su conjunto.
“Es una preocupación muy extendida en toda la región también porque hay un cambio cualitativo en lo que está pasando con la violencia en América Latina, ya que cada vez es más evidente que una proporción muy alta de la violencia proviene del crimen organizado. Ya no es el raterillo que le robaba a uno la billetera en el bus, sino que es una cosa mucho más seria en términos de la intensidad de la violencia”, indicó el investigador de Diálogo Interamericano.
El impacto del crimen organizado y el narcotráfico
Varios factores han contribuido al aumento de la inseguridad. La producción de drogas ha alcanzado niveles sin precedentes, y nuevas y lucrativas rutas de narcotráfico han surgido en países como Paraguay y Argentina. Las dificultades económicas en América Latina, agravadas durante la pandemia, han empujado a más personas hacia el crimen organizado. Además, la corrupción en la región ha facilitado la proliferación de mercados ilícitos que no se limitan solo al narcotráfico, sino que incluyen tráfico de personas, robo de combustible, tala y minería ilegales, y extorsión. Algunos grupos criminales intentan aumentar su control sobre negocios legales y comunidades para reclutar nuevos miembros y ampliar su influencia territorial.
Por su parte, Juan Pablo Luna, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica de Chile, también destacó “la expansión de distintos mercados ilegales” y lo calificó de “un fenómeno más bien regional o incluso global”.
A su parecer, estos “mercados ilegales”, como el del narcotráfico, “mutan muy rápidamente”, lo que hace que los estados sean incapaces de perseguirlos. “Estas mutaciones suceden, muchas veces, más rápido que la capacidad de los estados de reaccionar a lo que está sucediendo. Entre esos mercados está el narcotráfico, que es el que usualmente llama más la atención, en parte, por los márgenes [económicos] y la violencia que genera”, señaló.
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Fuente: Voz de América
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