Después del F-16 – La Armada Argentina aún busca y analiza alternativas para incorporar submarinos en el corto plazo

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Ante la bocanada de optimismo causada por la adquisición de los cazas F-16 Fighting Falcon para la Fuerza Aérea Argentina, las Fuerzas Armadas convergen con esta nueva gestión en una etapa donde la incorporación y recuperación de capacidades no deja de ser una imperiosa necesidad con la que las Fuerzas Armadas se enfrentan día a día. En caso de la Armada Argentina, las décadas de desinversión plantean un escenario de falta de capacidades y obsolescencia de diversos sistemas de armas en cada uno de los Comandos operativos que cuenta la fuerza. En particular, la perdida del submarino ARA San Juan en noviembre de 2017 truncó la historia de la Fuerza de Submarinos, iniciada en 1933 con la incorporación de tres unidades clase Cavallini -conocidos como Tarantinos- de origen italiano.

Submarino ARA Salta de la Armada Argentina, unidad empleada para adiestramiento por el Comando de la Fuerza de Submarinos.

Desde 1971, con la incorporación de los submarinos ARA Santa Fe (S-21) y ARA Santiago del Estero (S-22) -ex USS Catfish SS-339 y USS Chivo SS-341-, la Armada Argentina dejó de adquirir submarinos de segunda mano, siendo las primeras unidades nuevas los submarinos clase 209 ARA “Salta” (S-31) y ARA “San Luis” (S-32). Posteriormente, a mediados de la década de 1970, la Armada Argentina inició uno de los programas mas ambiciosos de su historia, que incluía la incorporación de dos unidades construidas en Alemania, y cuatro construidas localmente en el Astillero Ministro Domecq García, ubicado en la costanera sur de la Ciudad de Buenos Aires.

Los submarinos TR-1700, tal como fueron conocidos, buscaba consolidar la capacidad submarina de la Armada Argentina, siendo que por primera vez se proyectaba contar con al menos seis unidades (a lo largo de la historia del arma en nuestro país nunca se contó con mas de 4 unidades operativas), con la innovación que contaría con unidades construidas en nuestro país, hecho inédito para la región en las décadas de 1970/1980, considerando la experiencia del ensamble de los submarinos clase Salta en Tandanor.

El submarino ARA San Juan, ultima unidad en servicio y final de una época en la Armada Argentina

La situación actual del Comando de la Fuerza de Submarinos se encuentra estancada y alejada de su razón de ser. Gracias al esfuerzo invaluable de nuestra gente de mar, los submarinistas se entrenan a bordo del ARA “Salta” -el cual no se encuentra operativo ni realiza navegaciones desde hace aproximadamente 7 años- y el adiestramiento con unidades de armadas amigas, como es la Marina de Guerra del Perú.

Si tomamos como ejemplo a Chile y Brasil, ambos países luego de años de operar los conocidos Clase 209, optaron por la opción francesa adquiriendo submarinos Clase Scorpene. En caso de la Armada de Chile, el proyecto inicia en 1998, culminando con la entrega de la primera unidad, el Submarino General O-Higgins, en el año 2005, seguido por el General Carrera, al año siguiente.

Submarino S-40 “Riachuelo”, cabeza de serie del programa PROSUB

Por su parte, Brasil optó por un programa mas ambicioso, que consistió en la construcción de cuatro submarinos Diesel eléctricos clase Riachuelo (Basados en el Scorpene) en las instalaciones de Itaguaí, complejo industrial construido ad-hoc en Rio de Janeiro, con el adicional de un submarino de propulsión nuclear, lo que representa un verdadero hito a nivel regional. A 15 años de su comienzo, el Programa de Desarrollo de Submarinos de la Marina de Brasil (conocido como PROSUB) ya cuenta la primera unidad, el submarino “Riachuelo” (S40) en servicio, mientras que ya comenzaron las pruebas de aceptación en el mar del segundo submarino de la clase, el “Humaitá” (S41), y continua la construcción de los submarinos Tonelero (S42), Angostura (S43) y el submarino nuclear Alvaro Alberto.

Recuperar la capacidad submarina: una prioridad para la Armada Argentina

Tal como se ha expuesto, el desarrollo de un programa de construcción de submarinos es una política de estado a mediano-largo plazo que requiere del correspondiente apoyo económico, y la voluntad política necesaria para que la recuperación de la capacidad submarina se consolide. Ante una situación inédita a lo largo de casi 100 años de existencia de la Fuerza de Submarinos, la posibilidad de incorporar una unidad de segunda mano a fin de “volver a navegar” es ponderada desde el Ministerio de Defensa desde hace algunos años.

Si bien durante los últimos años de la anterior gestión trascendió el interés en incorporar al menos un submarino de la clase Tupí de la Marina de Brasil, unidades que están siendo dadas de baja (a la fecha los submarinos Tamoio (S-31), Timbira (S-32) y Tapajó (S-33) ya han sido desprogramados), mientras que aun continúan en servicio los submarinos Tupi (S-30) y Tikuna (S-34), otra opción que actualmente esta siendo analizada recae en los submarinos clase ULA de origen Noruego.

Esta opción, que comenzó a analizarse desde hace al menos 5 años, contempla al menos un submarino ULA. Se trata de unidades construidas en Alemania a fines de los años ochenta y principios de los noventa (1987-1992). Se trata de seis unidades desarrolladas a la Real Armada Noruega, especialmente diseñados para operaciones costeras. Con un reducido tamaño (59 metros de eslora, 1040 toneladas de desplazamiento, y 1150 toneladas de desplazamiento en inmersión) se trataría de unidades de menor proyección a las ultimas generaciones de submarinos argentinos (U-209 y TR-1700), siendo esta ultima diseñada especialmente en búsqueda de una considerable autonomía (70 días) y velocidad en inmersión (25 nudos en superficie).

Acerca de los submarinos clase ULA

  • Desplazamiento:  435 toneladas
  • Desplazamiento en inmersión:  485 toneladas
  • Eslora:  59,0 m
  • Manga:  5,4 m
  • Puntal:  4,6 m
  • Sensores:  Radar de superficie: Kelvin Hughes 1007
  • Sonar principal:  Atlas Elektronik CSU83
  • Sonar de flancos:  Thomson Sintra
  • Armamento:  8 tubos para 14 torpedos del modelo Atlas Elektronik DM2A3 y de calibre 533 mm, o 16 minas antisubmarinos.
  • Propulsión:  2 propulsores diésel, más un propulsor eléctrico
  • Potencia:  2 × 695 HP (2 × 1300 kW)
  • Potencia de inmersión:  1 x 6000 HP (1 × 4474,2 kW).
  • Velocidad:  20 kilómetros (11 nmi)
  • Velocidad en inmersión:  43 kilómetros (23 nmi)
  • Profundidad:  250 m.
  • Autonomía:  9260 kilómetros (5000 nmi) a 8 nudos (14,82 km/h).
  • Tripulación:  21 personas

Dejando brevemente de lado el arma submarina, cabe destacar la reciente adquisición de cuatro aviones de patrullado marítimo P-3C Orión al Reino de Noruega para el Comando de Aviación Naval, rama de la Armada Argentina que tambien sufre las consecuencias de décadas de desinversión.

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