Con el arribo al puerto del Callao del Buque Escuela a Vela (BEV-161) “Unión”, llegó a su fin y de manera exitosa la más audaz empresa protagonizada por la Marina de Guerra del Perú en los últimos tiempos: la vuelta al mundo en 317 días. En realidad, se trató de una arriesgada apuesta del alto mando, que tomó la decisión de enviar una misión de 255 hombres y mujeres, para recorrer los océanos durante 317 días. De esa manera, se ha podido demostrar la madurez de las capacidades profesionales alcanzadas por los marinos peruanos en el planeamiento y ejecución de operaciones oceánicas de muy larga distancia. Asimismo, ha servido para dar a conocer el alto nivel tecnológico obtenido por la industria de construcciones navales del país sudamericano, que ya tiene casi una década de espectacular recuperación de capacidades en la producción de embarcaciones de alto bordo.
Fabricada en los astilleros del Servicio Industrial de la Marina (SIMA Perú) con el diseño de la española CYPSA (Castellanos y Pamies, S.L.), La “Unión” es un sueño de generaciones por fin hecho realidad. Es que la Armada Peruana siempre anheló tener su buque-escuela a vela propiamente concebido, como lo poseen desde hace mucho antes sus vecinos Ecuador, con el “Guayas”; y Chile mediante el “Esmeralda”.
Argentina (con el “Libertad”), Brasil (“Cisne Blanco”), Colombia (“Gloria”), Venezuela (“Simón Bolívar”), Uruguay (“Capitán Miranda”), así como México (“Cuauhtémoc”), también poseen los suyos. Faltaba el Perú, un país de gran tradición marinera que, sin embargo, para la formación de sus futuras tripulaciones generalmente empleó buques de guerra, como cruceros, destructores y fragatas.
En esa tarea mucho se recuerda al BAP Independencia, ex USS Bellatrix, un transporte rápido de la II Guerra Mundial recibido de segundo uso en agosto de 1963, que llevó de viaje por varios destinos internacionales a los alumnos de la época, muchos de los cuales han liderado la institución en tiempos recientes.
Tras su retiro en 1988, su lugar fue ocupado por el crucero ligero misilero BAP Almirante Grau (ex clase De Ruyter), al que se le misionó para que en adición a su papel en la defensa nacional, llevara a los cadetes en los “cruceros de verano” a lo largo de toda la costa de 3,080 kilómetros.
En varios momentos se empleó al BAP Marte, un pequeño velero de origen canadiense recibido en 1999, dedicado a la instrucción básica y a cortas navegaciones a vela no muy lejos del Callao. Ya en tiempos más recientemente, les tocó desempeñar ese papel formador a una que otra de las fragatas misileras tipo Lupo, donde los alumnos podían practicar y observar cómo se realizan las operaciones navales modernas.
Pero les faltaba vivir la experiencia inigualable que significa operar con las velas y los astros, a la usanza de hace más de 300 años, donde la experiencia y la habilidad personal es lo que manda.
Con el BEV Unión, la perspectiva en la formación de los futuros líderes de la Marina peruana cobra una dimensión incalculable, pues ya tienen un espacio ideal para el desarrollo de responsabilidad y habilidades de liderazgo, unidad, disciplina y conocimiento de los secretos del mar. Todo esto, de la mano con el plan de modernización tecnológica que ya empezó a desarrollarse, y del cual participarán en los próximos años. La ecuación perfecta.
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