Es bastante común escuchar que China está cada vez más enérgica en su diplomacia y en su política, respaldada por un enorme crecimiento militar. Esta actitud genera nerviosismo en Washington, donde creen que China se ve a sí misma como una alternativa al liderazgo de Estados Unidos.
Como resultado, la Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno de Biden sigue la premisa de identificar a Beijing como su principal competidor global, continuando la línea trazada por la administración Trump. Según el establishment de política exterior estadounidense, China es la única potencia que realmente puede cambiar el orden internacional, y cada vez cuenta con más poder económico, diplomático, militar y tecnológico para lograrlo. La idea central es que China quiere dominar el Indo-Pacífico y convertirse en la potencia líder a nivel mundial.
Aunque no se puede confirmar si estas son realmente las intenciones del Partido Comunista Chino (PCCh), lo relevante en este contexto es que así lo perciben en Washington. Esta percepción se vio reforzada aún más por el acuerdo de asociación estratégica entre Putin y Xi Jinping en febrero de 2022, donde se comprometieron a intensificar su coordinación estratégica “sin descanso” y a abordar juntos lo que calificaron como “injerencias externas” y “amenazas a la seguridad regional”.
Frente a esto, la Disuasión Integrada se presenta como un enfoque multidisciplinario adoptado por EE.UU. para contrarrestar las ambiciones de potencias rivales, pero centrándose especialmente en China. El secretario de Defensa, Lloyd J. Austin, viene remarcando la importancia de este concepto desde que asumió el cargo, pero el término recién cobró fuerza con la formación de AUKUS, la alianza entre Australia, Reino Unido y EE.UU, que busca reforzar la Disuasión Integrada en el Asia Pacífico.
Para comprender la noción de “Integrada”, es necesario considerarla como la integración de todos los dominios: convencional, nuclear, cibernético, espacial e informativo. Además, implica integrar todos los teatros de competencia y potencial conflicto, abarcando todo el espectro del conflicto, desde la guerra de alta intensidad hasta la llamada “zona gris”.
Así, la Disuasión Integrada implica combinar diversas capacidades (económicas, diplomáticas, militares, entre otras) para persuadir a los adversarios sobre los altos costos que acarrearía una agresión contra EE.UU. o sus aliados. Además, el concepto refleja un enfoque de seguridad nacional que considera cada vez más factores más allá del ámbito de la defensa.
Concretamente, abarca varios aspectos: en primer lugar, la integración multi-dominio reconoce que los desafíos de los rivales abarcan varios dominios militares (tierra, aire, mar, ciberespacio y espacio) y no militares (económico, tecnológico e informativo), por lo que EE.UU. debe responder de manera adecuada. En segundo lugar, aborda la integración multi-regional, reconociendo que los competidores desafían a EE.UU. en varias regiones simultáneamente y que EE.UU. debe responder con una visión integrada. En tercer lugar, se refiere a la integración en todo el espectro, incorporando aspectos nucleares, convencionales e híbridos. Además, es importante la integración Inter agencia, buscando una mayor coordinación dentro del gobierno de EE.UU. Por último, la integración aliada también es esencial, especialmente en áreas como las inversiones, el desarrollo de capacidades y las estrategias tecnológicas y económicas.
Como se puede notar, el concepto también implica la integración de todos los instrumentos del poder nacional. Sin embargo, lo más importante es la integración con aliados y socios, que son la verdadera ventaja asimétrica que EE.UU. tiene sobre cualquier otro competidor o adversario potencial. En respuesta a esta necesidad, EE.UU. está fortaleciendo las alianzas bilaterales con países como Australia, Japón, Corea del Sur y Filipinas, al mismo tiempo que busca nuevas asociaciones, como AUKUS y el QUAD, que vinculan países tanto dentro de la región como más allá de ella.
La alianza AUKUS es un ejemplo de la implementación práctica de la Disuasión Integrada, ya que se creó con el objetivo de fortalecer las capacidades de defensa, promover la integración tecnológica y expandir la capacidad industrial de los tres países.
Esto queda claro cuando observamos su implementación, que se basa en dos pilares. El Pilar 1 se centra en la colaboración entre los tres países para construir una base industrial de submarinos más sólida, con el propósito de aumentar la capacidad de Australia para proteger sus rutas marítimas de la interferencia china.
Por otro lado, está el Pilar 2 de AUKUS, que busca mejorar la cooperación en áreas tecnológicas y funcionales clave, como las capacidades submarinas, tecnologías cuánticas, inteligencia artificial, ciberseguridad avanzada, capacidades hipersónicas y contra-hipersónicas, guerra electrónica, innovación e intercambio de información.
De esta forma, la doctrina de la Disuasión Integrada se adoptó con la previsión de que Beijing o Moscú pudieran lanzar una invasión o ataque militar a gran escala una vez agotadas las opciones de la zona gris. Esta zona es donde no se intenta activamente evitar o iniciar una guerra, pero tampoco se busca reforzar un estado de paz. En este contexto, el concepto genera un dilema en el que no hay ni guerra ni paz, pero los actores emplean tácticas, operaciones y estrategias que pueden presionar los límites de sus oponentes hasta casi el punto de ruptura.
En tales situaciones, EE.UU. podría responder militarmente, pero quizás no de manera directa, sino mediante el envío de equipos y materiales o posiblemente con algún ataque contra el enemigo, aunque en un lugar diferente al de la agresión. Sin embargo, Rusia ya cruzó el umbral del punto de ruptura al optar por la confrontación militar ante lo que percibía como agresión y amenaza por parte de Ucrania.
Esto generó críticas contra la estrategia promovida por el Pentágono, con opiniones que señalaron a la Disuasión Integrada como un fracaso. Por ejemplo, el legislador republicano Mike Gallagher concluyó que esta estrategia no había sido efectiva contra Rusia y, por lo tanto, podría no funcionar contra China. “Esta es la primera prueba, la prueba del mundo real, de la Disuasión Integrada y fracasó. Necesitamos aprender de eso”.
En este sentido, el fracaso percibido de la disuasión integrada frente a Rusia plantea preguntas y destaca la necesidad de una revisión cuidadosa de las estrategias actuales. A medida que EE.UU. enfrenta la realidad de una competencia global cada vez más compleja, la adaptación y la innovación en sus enfoques de seguridad y defensa se vuelven claves. ¿Será capaz Washington de aprender de su experiencia y ajustar su estrategia para hacer frente a los desafíos futuros? La respuesta a esta pregunta podría determinar no solo el resultado de la rivalidad entre EE.UU. y China, sino también el futuro del orden internacional en su conjunto.
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