La compra de cazas F-16 para la Fuerza Aérea Argentina: condición necesaria pero no suficiente para recuperar al Instrumento Militar de la Nación

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El ámbito de la Defensa Nacional recibió, luego de años, y hasta décadas, una bocanada de aire fresco con la confirmación de la compra de los cazas F-16 para la Fuerza Aérea Argentina. Sin embargo, esta necesaria adquisición es condición necesaria, más no suficiente, para recuperar y poner de pie al Instrumento Militar de la República Argentina. Al día de la fecha, la adquisición de los aviones combate es un item más en la larga lista de recomposición de capacidades de las Fuerzas Armadas Argentinas. Una de estas es la necesaria recomposición de capacidades del dominio terrestre, largamente dejadas de lado en favor de adquisiciones de uso dual y de componente logístico. El Ejército Argentino, la fuerza de las tres ramas de la FF.AA. con mayor capacidad de despliegue territorial y presencia en la vasta geografía nacional, requiere también de la atención necesaria para concretar diversos planes de largo aliento e incorporación de capacidades.

Es una obviedad, que no requiere mayor prueba que la observación de los últimos conflictos a nivel mundial, para demostrar que el poder aéreo por si solo no pueda ganar guerras contra adversarios que presenten medios en cantidad y complejidad suficientes. Al despliegue de capacidades aéreas, estas deben conjugarse con las terrestres, navales y, más reciente, ciberespaciales y espaciales; estas últimas cada vez con mayor reponderación en la planificación militar de las grandes potencias, llegando a la desición de crear ramas militares enfocadas específicamente en este espacio.

Sin embargo, como los campos de batalla ucranianos demuestra, el dominio terrestre, con la lucha en las trincheras en el este de Ucrania, con combate entre fracciones y unidades de infantería, mecanizados y duelos de artillería, apoyados por medios aeroespaciales y navales, sigue definiendo la suerte del conflicto, sus avances y retrocesos, como ganancias y pérdidas. Estas lecciones demuestran que por si solas, las capacidades aéreas, comprendidas como el despliegue de aviones de combate, bombarderos y otros sistemas de armas, no es suficiente para imponerse en un conflicto de alta intensidad. Aún más cuando ambas beligerantes poseen capacidades de defensa aéreas multicapa que pueden cubrir desde el muy corto rango, hasta distancias de cientos de kilómetros de una zona geográfica.

Entonces, estas cuestiones enunciadas de forma somera y preliminar, ¿cómo se aplican al ámbito de las Fuerzas Armadas Argentinas ? En primer lugar, la adquisición de aviones de combate por si sola no es la “bala de plata” para enviar un efectivo mensaje de disuasión estratégico a potenciales adversarios. Sino que debe darse en conjunto y combinadamente con capacidades de los ámbitos terrestres y navales, al igual que, en las medidas de la posible, entiendo el estado de las capacidades materiales nacionales, en los ámbitos del ciberespacio y espacio.

En el dominio terrestre, el Ejército Argentino ha impulsado diversas iniciativas en sucesivos planes de adquisición que nunca recibieron el apoyo necesario para traccionar más que la firma de Cartas de Intenciones. Uno de estos, y que gana cada vez mayor notoriedad, es la incorporación de una familia de Vehículos de Combate Blindados a Rueda (VBCR), la cual podría traducirse en la compra más imporante de equipamiento para esta fuerza en décadas. Presumiblemente, desde que los últimos vehículos de combate de la familia TAM salieron de la linea de producción.

Siguiendo los planes divulgados por diversas fuentes en años previos, el requerimiento original del Ejército Argentino es la adquisición 209 vehículos blindados en diversas configuraciones y funciones. Más en detalle: 120 Vehículos de Transporte de Personal armados con una ametralladora M2 12,7mm, 27 Vehículos de Combate de Infantería armados con un cañón de 30mm, 14 Vehículos Caza Tanques, 12 Vehículos Porta Morteros, 9 Vehículos Puesto Comando, 9 Vehículos Ambulancia, 8 Vehículos Recuperadores, 6 Vehículos Lanzapuente y 4 Vehículos para aperturas de brechas; destinados a la mencionada Brigada Mediana a Rueda englobada dentro de las Fuerzas de Despliegue Rápido.

Al día de la fecha se han barajado múltiples propuestas de oferentes regionales e de otras latitudes. A pesar de la firma de la Carta de Intención por lso VCBR 6×6 Guarani, la opción brasileña ha sida relegada a un segundo plano por otros acercadas por los Estados Unidos y Canadá, la cuales ofrecen a la familia M1126 Stryker en primer lugar y a la familia LAV III, con opciones de segunda mano y que provienen de los stocks del Ejército de EE.UU. y Nueva Zelanda. De avanzar con algunas de estas propuestas, con la incorporación de lotes iniciales, permitiría al ejército incorporar una capacidad que hasta el momento no tiene, a diferencia de sus pares regionales, y avanzar posteriormente con la incorporación de más blindados en diferentes versiones.

No obstante, al igual que sucede con los cazas F-16 para la Fuerza Aérea Argentina, si esta nueva capacidad que se le aportaría al Ejército en forma de nuevos VCBR no esta asociada a otras capacidades, nos encontraríamos en la misma situación que con los aviones de combate. Comprendiendo esto a la necesaria combinación de sistemas de armas y capacidades de sostenimiento y mantenimiento.

De tal forma, como demuestra la actualidad internacional, deben sumarse además de los sistemas de armas a incorporar capacidades industriales para su sostenimiento con una necesaria red de proveedores. Ya sea desde los componentes básicos para garantizar su operatividad, hasta la necesaria provisión de munición para que, en primer término, los efectivos y tripulaciones tengan lo necesario para entrenarse y adiestrarse, como, en la antesala del peor de los escenarios, combatir de forma eficiente.

Si bien todo lo enunciado parecen obviedades para el común de lectores y entusiasta, la realidad ha demostrado que muchas incorporaciones del pasado para el instrumento militar, una vez recibidos e incorporados, no han recibido los mismos recursos para su sostenimiento y empleo en tiempo de paz. Aviones que no arribaron y no se sostuvieron el en tiempo capacidades básicas de mantenimiento, como también no se hicieron los esfuerzos para incorporar toda la gama de armamentos que se habían comprometido en las negociaciones. Esta situación, la cual debe estudiarse y analizar con detenimiento, no puedo volver a producirse, independiente de que se esta hablando de una aeronave de combate, un blindado o un buque.

Seguramente, en esta breve nota hayan quedado muchas cuestiones por enumerar, lo unico que podemos quedarnos como conclusión es que la incorporación aislada de sistema de armas no es condición suficiente para recomponer por sí sola las capacidades de las Fuerzas Armadas Argentinas. La incorporación de nuevo equipamiento debe darse de forma combinada a fin de poseer la capacidad de respuesta combinada y conjunto en aquellas situaciones donde el instrumento militar, ya sea en tiempo de paz como de conflicto, deba ser empleado para garantizar los intereses estratégicos de la Nación.

*Fotografías empleadas a modo de ilustración.

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Equipo de redacción de El Estratégico

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