Este miércoles 24 de abril, el Ministerio de Economía anunció que el gobierno nacional convocó a una mesa técnica junto a entidades agropecuarias para coordinar los esfuerzos en la lucha contra la enfermedad producida por la “chicharrita” del maíz (Dalbulus Maidis)
La campaña agrícola 2023/24 trajo para el cultivo de maíz una emergencia sanitaria de intensidad
y extensión geográfica inusitada provocada por la “chicharrita”, un insecto que transmite la enfermedad del spiroplasma afectando el llenado del grano en la planta con daños irreversibles en los sembrados. Producto de este vector, las proyecciones para las exportaciones del 2024 cayeron por debajo de los US$ 30.000 millones, según informó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR)
Si bien se conocía la presencia de esta chicharrita en el noroeste argentino (NOA) y el nordeste argentino (NEA), la explosión poblacional de esta plaga en Córdoba y Santa Fe hacia el sur no tiene precedente alguno.
¿Cómo ocurrió?
Si bien aún fue determinado, las hipótesis son diversas y lo más probable es que se trate de una combinación de factores convergentes. Un invierno con frecuencia de heladas, considerablemente menor al promedio histórico en gran parte de la región maicera, puede haber facilitado la supervivencia invernal de adultos de la chicharrita en latitudes más australes respecto a lo normal.
Además, una mayor disponibilidad del maíz sobre la superficie, en una ventana temporal más grande por el escalonamiento de las siembras, pudo haber favorecido la expansión de la chicharrita a través de la presencia del maíz guacho, el cual hace referencia a aquel cultivo que crece por sí solo de semillas provenientes de siembras pasadas.
A ello se le debe sumar la crisis agropecuaria generada por el estrés hídrico y térmico de las últimas dos campañas, que tuvieron un gran impacto sobre los productores de la región que, en una gran mayoría de casos, perdieron más del 50% de su producción.
Como consecuencia de esto, la Secretaría de Bioeconomía del gobierno argentino estima que el daño de la chicharrita podría alcanzar un rango de entre 8 y 12% de la producción nacional de maíz, variando significativamente entre zonas.
Los efectos del spiroplasma no solo se limitan a la calidad del grano en sí, sino que además puede tener efectos sobre la conversión maíz-carne, afectando el alimento de vacas, cerdos y pollos por la reducción del aporte nutricional. Según estimaciones oficiales, en los lotes con achaparramiento podría haber pérdidas aproximadas de un 10% del valor forrajero del grano.
¿Luz al final del túnel?
Según informó el Ministerio de Economía, el Instituto de Clima y Agua (INTA) y el Servicio Meteorológico Nacional realizaron una proyección de bajas temperaturas para el próximo en el invierno en comparación con el 2023, lo cual implicaría una menor probabilidad de supervivencia de los adultos de Dalbulus Maidis.
Cabe destacar que esto no significa que no habría chicharritas, sino que su abundancia sería muy baja si ese escenario se cumple y se sostiene más allá de junio. Además, la carga del perfil de agua disponible dadas las recientes lluvias sentarían las condiciones para siembras tempranas en las que el vector llegaría en etapas fenológicas del cultivo, que son considerablemente menos susceptibles a la enfermedad.
Asimismo, si se cumple la proyección de temperaturas más bajas que el invierno pasado, podría darse una mayor mortalidad del maíz guacho por heladas, reduciendo los medios de la chicharrita para transmitirse.
Actualmente, el gobierno nacional, la Mesa de Enlace y Maizar, entre otros esfuerzos, se encuentran en coordinación para el seguimiento de la enfermedad y los próximos pasos a seguir.
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Fuente: Ministerio de Economía y Secretaría de Bioeconomía
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