Con la compra de los F-16A/B MLU a Dinamarca, la Fuerza Aérea Argentina recupera capacidades que nunca debieron perderse

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El 16 de abril de 2024 no se una fecha más para la Fuerza Aérea Argentina. La jornada de hoy marco el inicio de un largo proceso de recuperación de capacidades para la Institución, las cuales se perdieron hace casi una década atrás con la desprogramación de los cazas interceptores de la familia Mirage/Finger. La firma del contrato de compra por 24 cazas F-16A/B MLU a Dinamarca (país que se encuentra en pleno proceso de incorporación del F-35A), le permite la FAA un volver a ser. Volver a ser una fuerza con capacidades disuasivas y defensivas creíbles en un contexto internacional convulsionado por diversos factores.

A su vez, en el plano político marco un punto de quiebre en la Política de Defensa Nacional, donde previos decisores, apoyados por académicos acólitos, se vanagloriaron de producir documentos de gran rigor, pero sin asientos en la realidad, al no llevar a cabo los procesos de adquisición encarados por cada una de las fuerzas. El gobierno nacional, equivocado o no, no es el objeto de esta breve columna, tomó la decisión de pagar costos, a fin de cumplir una de las funciones básicas del Estado Nación moderno, la cual, no es ni más ni menos, que procurar los medios y recursos para la de Defensa de sus intereses y los de su población.

Volviendo al eje del día, replicado por medios especializados, como masivos, la compra de los F-16 (18 monoplazas “A” y 6 biplazas “B”) Block 15 Tape M6.5 le permitirá a la Fuerza Aérea Argentina recomponer su poder de fuego con la incorporación de nuevo armamento y capacidades que nunca tuvo. Más en detalle, con la capacidad de lanzar armamento guiado más allá del alcance visual (conocidos como BVR) a través de la adquisición de misiles AMRAAM. También en el plano de operaciones de ataque al suelo y apoyo aéreo cercano, la incorporación de pod designadores de blancos que habilitan la posibilidad de emplear municiones guiadas de diverso tipo.

Además, en el plano de recuperación de capacidades, los pilotos argentinos, herederos de los halcones del Malvinas, volverán a volar a velocidades supersónicas operandos desde la VI Brigada Aérea de Tandil en Buenos Aires. Es preciso recodar que el país conto con esta capacidad, la cual se perdió por impericia y falta de voluntad política (la cual, con variables económicas muchos más favorables que las que hay en el presente), nunca avanzó en la selección y compra de un reemplazo. Ni aquellos que servían de un stop gap. El ejercicio para las voces que se alzan entonces contra la compra de los F-16 debería ser, hacia su interior, por qué no lo compraron antes siguiendo lo indicado en infinidad de documentos como el conocido, pero no de acceso público, Plan de Capacidades Militares (PLANCAMIL). De que sirve vanagloriarse de que volvemos a tener un ciclo de planificación si cuando pasamos a la fase de ejecución para procurar dichos sistemas de armas, no se cumplen, quedando como un mero ejercicio intelectual y de sofismo.

La noticia del día, positiva por donde se la observe, no deja también de tener desafíos que deberán ser afrontados por la Fuerza Aérea y el Ministerio de Defensa para no repetir errores del pasado, cuando se adquirieron sistemas de armas novedosos para ese tiempo, pero no se brindó el apoyo y recursos completos para su sostenimiento en el tiempo. También, otras cuestiones deberán ser atendidas más temprano que tarde. Entre ellas la cuestión de nuevos aviones de reabastecimiento en vuelo, como los KC-135, para extender el rango operativo los nuevos F-16 argentinos, como su tiempo de permanencia en una zona de operaciones.

También las necesarias inversiones de infraestructura en la mencionada VI Brigada, como en el Área Material Río Cuarto (AMACUAR), la cual, desde hace años espera una definición de esta envergadura par a incorporar nuevos conocimientos, capacidades y equipos para dar el salto a la cuarta generación de cazas de combate polivalentes.

De cara a las próximas semanas iniciará el proceso de incorporación de los F-16 a la Fuerza Aérea Argentina. Ojalá que estos días años de idas y vueltas sirvan para que las Fuerzas Armadas Argentinas nunca pierdan capacidades, avanzando en la recuperación de las que se perdieron (submarinos y aviones de vigilancia por citar casos, siendo esto último un punto que podrá ser solucionado en breve) y en la incorporación de nuevas que le permitan al instrumento Militar de la Nación poder hacer frente a un convulsionado segundo cuarto del siglo XXI.

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