La adquisición a finales de la década de 1980 de un antiguo portaaviones de la Marina Real Australiana por parte de China puede parecer, a simple vista, un hecho anecdótico. Sin embargo, lejos de ser un episodio aislado, el meticuloso análisis al que Pekín sometió durante casi 20 años al HMAS Melbourne revela una paciente estrategia encaminada a reducir la brecha tecnológica con Occidente mediante la imitación y la ingeniería inversa aplicadas a capacidades militares de vanguardia.
Pese a las garantías ofrecidas a las autoridades australianas de que el obsoleto buque de guerra sería desguazado, los ingenieros navales chinos lo sometieron a un exhaustivo estudio, fascinados especialmente por el sistema de catapulta a vapor para el lanzamiento de aviones, una tecnología que la mayoría de las armadas que operan portaaviones consideran un secreto de seguridad nacional. Este meticuloso proceso de disección del HMAS Melbourne representa un ejemplo ilustrativo de la determinación de Pekín por desarrollar capacidades militares propias a partir de la imitación de tecnologías foráneas, una ambición que, lejos de ser reciente, hunde sus raíces en la era de Mao Zedong.
En la década de 1990, la cubierta de vuelo del HMAS Melbourne fue trasladada a tierra y rearmada para permitir prácticas de aterrizaje de aviones militares, años antes de que China pusiera en servicio su primer portaaviones, el Liaoning, adquirido a Rusia.
Esta meticulosa disección del HMAS Melbourne representa un ejemplo ilustrativo de la estrategia a largo plazo de China para desarrollar capacidades militares propias a partir de la imitación de tecnologías extranjeras. Una ambición que, lejos de ser reciente, hunde sus raíces en la era de Mao Zedong y su exhortación a “alcanzar a Gran Bretaña y vencer a Estados Unidos”.
Aunque inicialmente visto como un simple imitador, el compromiso inquebrantable de China con esta estrategia ha permitido sortear lagunas tecnológicas y avanzar hacia la innovación. Hoy, con una formidable flota de portaaviones en desarrollo –incluido un portaaviones de propulsión nuclear de diseño propio–, Pekín desafía abiertamente la supremacía naval de Estados Unidos en línea con su gran estrategia de desplazar a Washington como potencia hegemónica global.
¿Cuál es el poder naval de China?
Tal como se desarrolló en entregas anteriores. Desde la década de 1970, China ha demostrado su interés en operar portaaviones como parte de sus objetivos para mantener su presencia en el mar y salvaguardar sus intereses. En ese sentido, diversos reportes han señalado que el gigante asiático tiene como objetivo aumentar las unidades navales de su Armada a 435 para el 2030. China actualmente cuenta con 3 portaaviones y se tiene noción de una amplia lista de desarrollos por parte de Pekín.
Cabe destacar que al momento Estados Unidos posee aproximadamente 280 buques y cuenta con 11 portaaviones operativos que le permiten llegar a cualquier teatro del mundo. A pesar de ello, China ha trabajado en las últimas décadas para mantener su industria de defensa nacional, algo que se ha visto reflejado en la construcción de los últimos tres portaaviones de la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN).
Estos buques de gran porte que posee China le han permitido demostrar las capacidades militares que poseen en caso de que se dé un futuro escenario de combate, pero a su vez, ha sido utilizado para navegar en las cercanías de las islas de Taiwán o también en aquellas áreas que el país reclama como legítimas.
Hoy en día tener portaaviones, junto con una flota de buques, submarinos y Grupo Aéreo Embarcado que lo acompañe, da la capacidad de tener poder y dominio marítimo, algo que no todos los países logran mantener y desarrollar. Pero China ha logrado en los últimos años sostener el crecimiento de su Armada en pos de continuar con su presencia en el Indo-Pacífico, que le ha permitido ser uno de los únicos países con este tipo de capacidades en Oriente.
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Fuente: National Interest
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