Durante el día de ayer, Moscú atravesó uno de los mayores ataques terroristas de las últimas décadas cuando un grupo de cuatro hombres armados abrió fuego con ametralladoras sobre decenas de personas en la sala de conciertos Crocus City Hall, en Moscú. Inicialmente no fue posible confirmar una gran cantidad de fallecidos pero sí múltiples heridos. Hoy, el número de personas que perdieron la vida se estima en 133 y un aproximado de 140 heridos.
“Durante la limpieza de los escombros en la sala de conciertos Crocus City Hall, el número de muertos como resultado del ataque terrorista ha subido hasta las 133 personas. Las operaciones de búsqueda continúan”, afirmó el Comité de Investigación de Rusia en su cuenta de Telegram. Asimismo, Putin declaró que “todos los autores, organizadores y los que encargaron este crimen recibirán un merecido e inevitable castigo, sean quienes sean e independientemente de que los hayan enviado”.
El ataque fue reivindicado por el Estado Islámico y, tras una serie de amenazas, para muchos supone una represalia por parte de ISIS por la participación de Rusia en los conflictos de Siria y del Sahel africano. No obstante, los servicios de seguridad rusos (FSB) declararon que los sospechosos “tenían contactos en Ucrania” y planeaban huir allí.
Sin embargo, Rusia había sido advertido con anterioridad sobre un posible atentado terrorista por embajadas occidentales el pasado 8 de marzo. Estados Unidos, principalmente, comunicó que por las elecciones presidenciales recientes era posible que existiera la posibilidad de un ataque terrorista, aunque Rusia descalificó el comunicado.
Según el FSB, Estados Unidos había proporcionado esa información a Rusia pero “tenía un carácter general, sin ningún dato concreto”. Cabe destacar que el jueves anterior al ataque, el FSB afirmó haber neutralizado una célula del Estado Islámico en la provincia de Kaluga que pretendía atentar contra una sinagoga en Moscú.
Por el momento, el FSB anunció la detención de once personas presuntamente vinculadas al atentado, luego de que cuatro de ellos fueran hallados en la frontera con Ucrania y Bielorrusia en la región de Briansk.
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