En los últimos años, China ha emprendido una campaña de intimidación y coacción contra aquellos estados que no reconocen las reivindicaciones marítimas y territoriales en los mares de China Meridional y Oriental. A pesar de ello, Estados Unidos ha intentado disuadir estos actos graves de agresión, pero ha tenido dificultades en detenerlo. 

Uno de los ejemplo más claros han sido el aumento de los que se conoce cómo FONOPS, u operaciones de libertad de navegación, que Estados Unidos realiza en las cercanías a China para “desafiar“ las reclamaciones del gigante asiático en el Mar de China Meridional. Pero, por otro lado, EE. UU. ha mejorado su estrategia con relación a Taiwán, y ha optado por un mayor acercamiento, lo que ha dado el pie a China para “enfadarse aún más”.

Después de la reunión entre Biden y Xi en noviembre, se ha observado una disminución de las interceptaciones de aviones estadounidenses en la zona del Indo-Pacífico. No obstante, el uso frecuente de maniobras militares a gran escala por ambas partes en los últimos años ha generado una tendencia hacia la normalización de señales militares más intensas fuera del conflicto armado. Esto ha elevado la apuesta y, con el tiempo, ha reducido su utilidad política al aumentar la tolerancia de ambas partes.

En ese marco, analistas sugieren que Estados Unidos debería considerar algunos puntos para rebajar las tensiones y restaurar una postura de disuasión, tomando iniciativa en la política internacional. 

Corredor de seguridad marítima

Algunos expertos aconsejan que se debería establecer una misión multinacional de seguridad marítima para el Mar de China Meridional con el fin de abordar las preocupaciones relacionadas con las reivindicaciones territoriales y jurisdiccionales de China, especialmente en lo que respecta a la libertad de navegación.

En ese sentido, se recomienda establecer un modelo similar al del Golfo de Adén, una coalición bajo el nombre de Guardianes de la Prosperidad, en donde se busque apoyo internacional para preservar la libertad de navegación, realizando escolta militar a los buques comerciales para disuadir posibles ataques y la realización de patrullas multilaterales regulares en el Mar de China Meridional proporcionando una plataforma de cooperación.

Aprovechamiento de códigos y convenciones

Estados Unidos debería aprovechar los códigos y convenciones, centrándose específicamente en el Código para encuentros imprevistos en el mar (CUES) en el contexto de las interacciones entre las fuerzas estadounidenses y chinas. En ese sentido, tanto Estados Unidos como China son signatarios del Código para encuentros imprevistos en el mar (CUES), un acuerdo no vinculante en el que participan 21 naciones. El propósito del CUES es evitar escaladas imprevistas entre fuerzas navales. 

A pesar de ello, China ha logrado desafiar con la Guardia Costera China (CCG), cómo por ejemplo utilizando de excusa para maniobras agresivas, dirigidas contra aliados de Estados Unidos como Filipinas. Entonces, EE. UU., debería presionar para que se amplíe y refuerce el CUES con el fin de incluir más tipos de buques oficiales, en concreto los buques guardacostas. Además, se deberían acordar mecanismos vinculantes de arbitraje y resolución de disputas. 

El objetivo final es incorporar el CUES al derecho internacional, potencialmente a través de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS).

Por último, se insta a Estados Unidos a que apoye y participe activamente en las negociaciones de acuerdos, cómo el Código de Conducta, para crear un mayor consenso en la identificación y rendición de cuentas de los casos de mal comportamiento.

PASSEX 

Estados Unidos debería tener un enfoque proactivo frente al envío de fuerzas anuales de China en vez de enviar buques durante las Operaciones de Libertad de Navegación (FONOPS). En ese sentido, la Armada estadounidense podría enviar a la Armada del Ejército Popular de Liberación (PLAN) a unirse a un Ejercicio de Paso como medida rutinaria.

En ese contexto se debería buscar un compromiso de cooperación para aliviar las tensiones. Asimismo, es necesario una estrategia equilibrada que combine disuasión y diplomacia, algo esencial para alcanzar objetivos políticos limitados.

Por último, el análisis insta a que el gobierno de Biden a introducir nuevas iniciativas diplomáticas y de información para reforzar las ventajas existentes en el poder militar convencional. Se necesita a sí mismo buscar un equilibrio de disuasión, al tiempo que se demuestra la determinación de defender objetivos como la soberanía y seguridad de los aliados, la libertad de los mares, la libertad de navegación y el comercio.

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