La historia, cuál rueda que gira inexorablemente, ha sumergido al Sistema Internacional en un proceso cíclico en el que los Estados se ven inmersos, enfrentándose a nuevas amenazas que reconfiguran el panorama geopolítico. Ante la irrupción de tácticas como la guerra cibernética, los avances en drones y la inteligencia artificial, algunos podrían haber pensado que las armas nucleares perderían su protagonismo. Sin embargo, la realidad demuestra que el poder disuasorio de estas armas persiste y, en la actualidad, vuelve a ocupar las “tapas de revista” como una amenaza latente en conflictos mundiales.
Mijaíl Gorbachov, en su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1991, expresó la idea de que el riesgo de una guerra nuclear mundial prácticamente había desaparecido. Sin embargo, el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022 ha revivido los temores y la incertidumbre sobre el uso de armas nucleares. Putin, en su discurso anual sobre el Estado de la Nación, ha amenazado con el empleo de armas nucleares contra los países de la OTAN si envían tropas a luchar contra Rusia en Ucrania. Este giro en la retórica subraya la complejidad y la gravedad de la situación actual.
Más allá de la movilización militar, resurgió la retórica nuclear por parte de Rusia, planteando la posibilidad de emplear una bomba atómica en suelo ucraniano para alcanzar sus objetivos de guerra. Este resurgimiento de la retórica nuclear no solo ha generado preocupación a nivel local, sino que ha enviado ondas de choque a la comunidad internacional, obligándonos a analizar detenidamente el papel de la disuasión nuclear en el actual panorama de conflictos.
El conflicto en Medio Oriente, específicamente el ataque de Hamás a Israel y la respuesta de Tel Aviv a Gaza desde el 7 de octubre, añade un componente adicional a la ecuación. En una región donde operan actores del Sistema Internacional poseedores de armas nucleares, la estabilidad de la arquitectura nuclear se ve amenazada, elevando la preocupación sobre posibles desenlaces no deseados.
La situación actual del escenario nuclear enfrenta a un reloj que avanza hacia la medianoche. Según el Bulletin of the Atomic Scientists, el Doomsday Clock para el año 2024 sigue manteniéndose a tan solo 90 segundos de la catástrofe global. Este reloj, que simboliza la cercanía a la aniquilación total, destaca los riesgos percibidos que enfrenta la humanidad, especialmente en el ámbito de las amenazas nucleares.
La carrera armamentística nuclear
En el ámbito cuantitativo, a principios de 2023, nueve estados, incluyendo Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel, poseían alrededor de 12,512 armas nucleares. De ellas, 9,576 se consideraban potencialmente operativas. De este arsenal, unas 3,844 cabezas nucleares estaban desplegadas con fuerzas operativas, incluyendo aproximadamente 2,000 que se mantenían en estado de alerta operativa elevada, una cifra que se mantiene constante en comparación con el año anterior.
La proliferación nuclear, ya sea horizontal o vertical, presenta desafíos cruciales para la seguridad mundial. La expansión de países con capacidades nucleares aumenta el número de actores con armas nucleares, mientras que el aumento en la capacidad y sofisticación de los arsenales nucleares existentes intensifica la competencia y las tensiones entre las potencias nucleares establecidas. Todo esto plantea riesgos significativos para la estabilidad internacional.
La carrera armamentista y la proliferación nuclear han tomado distintas formas. Tanto Estados Unidos como Rusia están inmersos en programas extensos y costosos para modernizar sus arsenales nucleares. China, por su parte, está llevando a cabo una expansión y modernización considerables de su arsenal.
Actores de mediano rango, como Irán, Corea del Norte, Pakistán, India e Israel, también juegan un papel fundamental en el complejo escenario nuclear. Irán, con sus actividades nucleares y su apoyo a Rusia en Ucrania, genera incertidumbre y preocupación, especialmente en medio de la escalada en Israel/Gaza. Corea del Norte ha avanzado en su programa nuclear, exhibiendo nuevas cabezas nucleares y probando con éxito un misil balístico intercontinental.
India y Pakistán, tras 25 años de ensayos nucleares, continúan acumulando armas sin avances constructivos hacia la cooperación y reducción de amenazas. El conflicto en Gaza entre Israel y Hamás plantea el riesgo de un conflicto más amplio en el Medio Oriente, con consecuencias impredecibles a nivel regional y global.
Un retroceso peligroso: desafíos en la arquitectura nuclear global
No solo ha habido avances en términos de capacidades nucleares en los últimos años, sino que se evidencia en paralelo un retroceso en las salvaguardas y acuerdos destinados a mantener la seguridad nuclear entre los Estados.
La administración de Biden y Putin, líderes de dos potencias nucleares clave, han desestimado la posibilidad de regresar a la mesa de negociaciones para renovar el New START, el único acuerdo de monitoreo de armas nucleares que aún sostiene una frágil estabilidad entre Rusia y los Estados Unidos.
Además, las negociaciones con Irán y la revitalización del JCPOA han llegado a un punto muerto. Irán, enfrentando dificultades para extender sus acuerdos con el OIEA, complica la capacidad de la organización para monitorear de cerca los avances del programa nuclear iraní.
China, por su parte, se mantiene reacia a establecer mecanismos de seguridad nuclear con las grandes potencias, lo que deja prácticamente nulas las actividades de salvaguarda y monitoreo de la expansión de su programa nuclear, sumado a sus capacidades militares.
El tiempo se agota: la urgencia de la diplomacia nuclear
“Ellos deben entender que también tenemos armas que pueden alcanzar objetivos en su territorio”, dijo Putin sobre cualquier despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania. “Todo esto realmente amenaza un conflicto con el uso de armas nucleares y la destrucción de la civilización. ¿No lo entienden?” Esta amenaza por parte de Vladímir Putin se agrega a una serie de declaraciones que se dieron desde el inicio del conflicto con Ucrania, advirtiendo sobre el riesgo real de un conflicto con el uso de armas nucleares y la destrucción de la civilización.
El Secretario General de la ONU, Guterres, nos alertó en agosto de 2022: “El mundo está a un error de cálculo de una devastadora guerra nuclear, un riesgo que no se observaba desde la Guerra Fría”. La suerte ha acompañado a la humanidad hasta ahora, pero la pregunta es, ¿hasta cuándo?
Porque un sistema no puede erguirse y mantenerse solo por la suerte, las advertencias de Guterres son un llamado, suscitando la imperiosa necesidad de retomar prácticas diplomáticas del pasado. En este concepto cíclico de la historia, es esencial establecer mecanismos políticos que eviten el error de cálculo que ningún actor del Sistema Internacional, ya que las consecuencias de haber perdido la fortuna pueden ser irreversibles.
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