Gracias al Very Large Telescope, del Observatorio Europeo Austral, investigadores están estudiando una enana blanca ubicada a unos 63 años luz de la Tierra.
Como todas las enanas blancas, que son estrellas que agotaron el hidrógeno que las alimenta, esta es increíblemente densa y concentra aproximadamente el 70% de la masa del Sol en un objeto del tamaño de la Tierra.
En general, se ha observador que las enanas blancas ingieren fragmentos de planetas y lunas, además de asteroides.
En este sentido, en el nuevo estudio se detectó, por primera vez, un signo revelador de este proceso: una cicatriz en la superficie de la enana blanca formada por elementos metálicos de un fragmento planetario o asteroide que se devoró.
Los investigadores quedaron sorprendidos por el hallazgo, ya que sospechaban que los restos se habrían mezclado con el resto del material de la superficie de la enana blanca.
“No pensábamos que el campo magnético pudiera impedir que el material acumulado se mezclara en la superficie de la estrella. Cuando se vierte azúcar en un vaso de agua, toda el agua se vuelve dulce”, explicó el astrónomo Stefano Bagnulo del Observatorio y Planetario de Armagh en Irlanda del Norte.
Por el momento, no estaba claro qué tipo de cuerpo había dejado la cicatriz, que incluía hierro, níquel, titanio, cromo, magnesio y otros elementos.
“Este ‘bocadillo planetario’ en particular era al menos tan masivo como Vesta, el segundo asteroide más grande de nuestro sistema solar”, agregó dijo Jay Farihi, astrónomo del University College London y coautor del estudio.
Vesta es un objeto rocoso, en el cinturón de asteroides principal de nuestro sistema solar, con un diámetro de aproximadamente 530 km.
Esta enana blanca comenzó su vida como una estrella de aproximadamente el doble de la masa del Sol, y tuvo una vida útil de quizás 1.200 millones de años antes de entrar en su agonía.
Alrededor del 20% de las enanas blancas poseen un fuerte campo magnético, mientras que otras tienen un disco de escombros a su alrededor (los restos de un sistema planetario).
Pero algunas, como esta, tienen ambas características: una atmósfera contaminada por elementos metálicos y está impregnada de un campo magnético.
“El descubrimiento clave es que hemos visto que el campo magnético desempeña un papel central en la forma en que los restos del disco caen en la superficie de la estrella. El material no sólo es canalizado por el campo magnético, sino que también queda atrapado en los polos magnéticos, sin mezclarse en la superficie de la estrella”, explicó Bagnulo.
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